Adrián, hombre serio y bastante retraído, tiene un profundo respeto hacia los muertos, pero una noche en la que llega totalmente ebrio después de haber compartido con sus nuevos vecinos, desea invitar a todos sus clientes que hayan usado sus ataúdes, sin saber que a la noche siguiente todos ellos acudirían a su invitación provocándole un tremendo susto.