Adelina dama solitaria reposaba en la habitación de un hotel muy distinguido y elegante, ¿era tan hermosa como se contemplaba?. hacía mucho tiempo que no se detenía a observar toda su belleza y por un momento sintió fascinación y ternura hacia su propio cuerpo abandonado en prematura vejez. Estrechando suavemente sus senos, inclinó la cabeza y se besó los brazos... fue tanta la excitación por sí misma, que esa noche decidió visitar un lugar de pecado: la taberna Olimpia, un lugar donde la tolerancia parisiense permita ir a las damas de buena sociedad.
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