En Colombia, el crecimiento de las poblaciones urbanas y la creciente demanda de agua para el consumo doméstico, agrícola y pecuario, industrial, minero y la generación de energía eléctrica, están ejerciendo una presión sobre los recursos hídricos en las últimas décadas, lo que provoca que grandes poblaciones vivan bajo estrés hídrico, la producción agrícola disminuya y se sobre exploten las fuentes de agua, incrementando los conflictos, la contaminación y la pobreza (IDEAM, 2008)