El autor trata el mesmerismo imaginando un miedo a la muerte en vida representado por la obsesión de ser enterrado vivo en el sepulcro. Protagonista y autor viven como revancha un juego de espejos interiores, donde lo evidente está enmascarado por un triángulo de afectos. Pero al final, con el deseo como arma, puede alcanzarse el éxito definitivo frente al adversario.