Estos textos no están escritos con el ánimo -que tanto nos anima-, de una crítica destructiva. Tampoco de estigmatizar, ni de entrar a destruir ni a alguien, ni a algo de lo que el hombre haya construido o conquistado como producto de su inteligencia, de su libertad y de su capacidad de acción. Por eso: no “metiendo el dedo en la herida”. No se trata de hurgar. Se trata sólo de una manera osada, tal vez, de parte de quien esto escribe, pero bajo la premisa única de la necesidad de una visión aunque mínima, cierto,-por parte de alguien-, de lo que al parecer pasa -lo comentan todos, aunque pocos lo asumen-, en la sociedad actual y que pueda motivar a algunas personas al mayor número de determinaciones posibles -pues reflexiones es lo que abundan-, en torno a su actuación dentro de su hálito vital y lo que al final logre hacer del hombre la mejor versión posible de sí mismo.