Annie Besant, refiere que los pensamientos sobreviven, se convierten en pequeñas criaturas de la mente, asociadas a nosotros pero también libres e independientes. Un pensamiento positivo, bondadoso, desapegado de emociones egoístas, se perpetúa como una fuerza activa y beneficiosa. Un pensamiento negativo, desde luego, opera en sentido inverso; sobrevive impulsado por la misma materia sutil que lo gestó, buscando descargar su naturaleza, a menudo sobre la misma persona que lo gestó. Sin advertirlo, somos condicionados por aquello que pensamos