En San Jacinto de los Mares viven Matilde Florista y su esposo Miguel Pescador; esta pareja ansía tener pronto un hijo. A la puerta de su casa es abandonada una hermosa muñeca de trapo; de inmediato Matilde se encariña con la desvalida muñeca y la adopta como si se tratara de una hija; la bautiza Cristina Zanahoria. Esta muñeca tiene espíritu y su mayor don es el olfato. Esta historia realza la importancia de las percepciones y sensaciones en los afectos y nos lleva a agudizar todos los sentidos, pero uno en especial: el olfato, el más olvidado de todos.