En este ensayo el autor establece la diferencia de lo bello y de lo sublime en relación con los sexos. El sexo femenino es bello, el sexo masculino es sublime. Se afirma de manera simplista que lo bello y lo sublime, según Kant, corresponden a la armonía o al conflicto de dos facultades: el entendimiento y la imaginación. El sentimiento de lo bello proviene de una armonía pura entre estas dos facultades, mientras que lo sublime resulta de un antagonismo que las opone.