Ib era el hijo de un aldeano que en el verano se dedicaba a las labores de la labranza y en invierno fabricaba zuecos, cucharas y otros objetos que lograba vender muy bien. Un día Ib muestra a sus padres un par de zuecos hechos por él mismo y que guardará para Cristina, una joven muy bella que de estar con mejores vestimentas pasaría como una niña de gran nobleza, éstos eran muy amigos y en una de sus andanzas se pierden en lo profundo del bosque, es allí donde se encuentran con una gitana anciana que les regala tres avellanas las cuales traerán para ellos grandes sorpresas.