El negro pescador llamado Samuel sintió pánico, imaginó que unos criminales iban a enterrar a su víctima. Sus rodillas se unían por el temblor que sentía, tan fuerte que las ramas del árbol donde se escondía se movieron, uno de los desconocidos preguntó que era eso. La luz de la linterna se fijó en uno de los hombres de gorro rojo y apuntó su revolver hacia donde estaba Samuel. Éste último pensó que viviría su último día. Afortunadamente lo oscuro de su color le favoreció, puesto que no se distinguía de la negrura de la noche.